La cobertura artística del Parlamento alemán

EL 'REICHSTAG CUBIERTO' Berlín, agosto 1995 Los ojos del mundo entero se volvieron hacia Berlín cuando en julio pasado un proyecto artístico debatido a lo lago de tres décadas pudo llevarse a cabo: la cobertura artística del Parlamento Alemán (Reichstag). El edificio en sí, inaugurado en 1844, incendiado en 1933, en ruinas al final de la Segunda Guerra Mundial y reconstruido en los sesenta, fue siempre considerado como uno de los pocos grandes símbolos de la tradición democrática alemana y, por ello, inadecuado para ser objeto de una presentación de arte a título personal, como era el caso del artista húngaro Christo y su esposa Jeanne-Claude. Para este colosal trabajo se necesitaron 1 000 000 m2 de tejido de polipropileno con superficie bañada en vapor de aluminio, así como 15 600 metros de soga de 3,2 cm de diámetro, del mismo material, en color azul. La exposición al mundo de un Reichstag empaquetado durante dos semanas produjo sin duda una actitud de reflexión entre sus espectadores. A las viejas generaciones pudo traerles a la memoria ciertos recuerdos, felices o tristes, de Berlín como ciudad gloriosa de los años veinte o como la capital del imperio de Hitler. Pudo quizás también producirles un vago temor al resurgimiento de una metrópoli centralista, así como, por otro lado, la ligera esperanza en una ciudad para el arte y la libertad. Las nuevas generaciones, a su vez, al fijar su atención sobre Berlín, la ciudad del derruido muro, no pudieron dejar de plantearse interrogantes propias buscando respuestas vigentes, tomando conciencia de que se trata de una ciudad cambiante, donde no se acaban de reconstruir viejos cimientos para construir nuevos y cuyo despliegue como futura capital alemana en lo mercantil, cultural y político, es evidente. La cobertura artística del Reichstag ha constituido un acontecimiento de trascendencia mundial en la medida en que ha suscitado la meditación sobre el futuro de una Alemania reunificada y ha dejado paso a la libre interpretación - ya sea a la manera de las viejas o de las nuevas generaciones, no sólo de alemanes, sino de público de todos los continentes - del simbolismo que encierra este montaje artístico, constituido por brillantes telones satinados protegiendo a un gigante de cemento y resplandeciendo en diversos tonos de luz que parecen proyectarse a futuro en todas las direcciones. 


Publicado en El Zeitung, Revista del Instituto Goethe de Lima, N. 8, dic 1995; pág. 5